10/07/2012
CARA B
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Como pasa el tiempo, ¿eh?
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Es extraño. Los minutos corren pero parece que las
cosas no cambian.
Algo se mueve. No son los pies,
es la tierra. Una de esas cintas mecánicas que nos traslada hacia donde nace el
precipicio. Con los cordones atados intentamos caminar pero la realidad es
cruel. Nos los intentan desatar, ¡ayuda!, pero el nudo se hace más
fuerte.
Entramos en un cine. Ocho y media
de la tarde. Las butacas pobladas. Nos costó elegir la película, ¿te acuerdas?
Yo soy más de comedia, tú siempre te has decantado por el drama. La moneda nos
enseñó la cara y no me quedó más remedio que resignarme. Ya empieza,
susurraste. Y la pantalla se iluminó…
La realidad del país es un loco con una pistola en mano que nos persigue por las calles de cualquier ciudad a las cuatro y media de la mañana. Si puede dispararnos lo hará. Nunca duda. Mientras tanto, los encargados de tomar las decisiones y de hacer que las calles sean más seguras están en un bar intentando llegar a un acuerdo. Están en un bar entre cafés y buenas cenas. Entre conversación y conversación sueltan alguna palabra. Entre palabra y palabra alguna sale disparada del local y se ubica en la primera página de cualquier periódico en forma de inyección al desánimo social.
No tenía mala pinta. Habían
pasado dos minutos y ya estaba metido por completo en el papel de espectador
concentrado. Tú comías palomitas. ¿Quién será el malo?, preguntaste. Aún no lo
sabía. Imagino que sea una de esas películas en las que hay que adivinarlo,
respondí intentado cerrar la conversación para centrarme en la pantalla.
El loco siempre corre más que la policía. El loco es más espontáneo.
Más cabrón. Tiene una finalidad. Quiere acabar con todos y de la forma más
rápida posible. Quiere recorrer las calles buscando pintar de rojo las paredes.
Quiere escribir el punto y final encima del punto y seguido. El loco es el malo
de la película. Ese tipo que sabes que haga lo que haga va a terminar en la
cárcel o muerto pero que por el camino se puede llevar a toda una ciudad por
delante. Ese caballo desbocado al que nada le importa, que ya está de vuelta de
todo y que quiere arrasar con todos los bosques que encuentre por el camino. Es
un pistolero rápido. De su rapidez nace su éxito.
Cada minuto la película era más
interesante. ¿Quién sería el malo? No tenía ni idea pero era presentado de una
forma tan atractiva que parecía que con sus manos pudiese reventar el mundo.
Mientras en la pantalla iban cayendo una a una sus víctimas íbamos haciendo una
pequeña quiniela sobre “el rostro que se esconde detrás de la maldad”. Parecía
imposible que todo aquello lo pudiese hacer un único nombre. Te aferrabas a la
idea de que pudiese ser una especie de organización. Casi nunca aciertas en
estas cosas, los sabes ¿no? Eres demasiado paranoica.
Mientras tanto, en los bares se cuecen las recetas. No hay acuerdo.
Cuando se encienden, se apagan de inmediato. Y las reuniones se repiten. Los
pasos son lentos y poco contundentes. Mientras el malo camina con zapatillas
de deporte los políticos le siguen el rastro con los pies desnudos. Hay
demasiadas piedras en el camino. Y sí. Una nueva reunión. Un nuevo acuerdo. El
Lunes dice que no, que no le entusiasma. El bar abrirá la próxima semana. Una
nueva cena (del estómago no pueden quejarse, siempre está lleno) y unas cuentas
horas por delante.
A los políticos siempre les toca hacer de buenos, pensé. La película ya me estaba poniendo nervioso. ¿Por qué no
toman una puta decisión en lugar de quedar cada quince días para valorar una
situación cada minuto más dramática?, te pregunté levantando la voz. Shhhh, el
cine tomó la palabra. No podía aguantar más. No comprendía como desde el día en
que la crueldad había salido a la calle los elegidos para terminar con ella no
habían conseguido nada. Les faltaba decisión. Incluso alguno quería acabar con
el drama entregando más armas al criminal (o criminales, según tu punto de
vista).
A las una y media de la mañana sonó el teléfono en al redacción de un
importante diario. Desde el otro lado de la línea telefónica una potente voz
comunicaba que habían llegado a un acuerdo sobre la forma de captura. ¿Cuál es?, preguntó atento el periodista. Se la diremos dentro de una semana, aún
quedan pequeños matices, contestó la voz. ¿Cuándo se llevará a cabo?, tomó la
palabra el periodista. Ese es uno de los matices. ¿Con cuanto personal se
contará para ello?, preguntó atónito el periodista mientras pensaba cual podía
ser el titular de mañana. Estamos valorando diferentes opciones, concluyó.
No podía creerme lo que veía. La
irresponsabilidad y la incompetencia reinaban mientras las víctimas se
multiplicaban. El cine estaba mudo. Nadie decía nada. El típico idiota al que
siempre le sonaba el móvil decidió apagarlo. La película llegaba a su fin.
Han pasado cinco años desde el inicio de los acontecimientos. El número
de personas afectadas de algún modo es extremadamente elevado. Los políticos,
las personas encargas de señalar la dirección correcta, en muchos casos han
cambiado. Todo lo demás sigue exactamente igual. Incluso peor. Las reuniones continúan,
La población ya no se las cree. Hay acuerdos pero la solución no es sencilla y
la propia lentitud ha hecho fracasar todos los planes.
La última escena fue más
impactante aún. Las incógnitas quedaron despejadas. Pegué un pequeño salto en
el asiento. Debo de reconocerlo, tenías razón. El malo, el causante de todo, no
debía ser tratado en singular, Los malos, sí, los malos eran numerosos.
Habíamos acertado en todos los nombres que habíamos pronunciado a los largo de
la película y que habíamos apuntando en nuestra quiniela mental. Incluso,
algunos de los buenos formaban parte de los malos. ¡Increíble!, gritaron varios
espectadores. La película había terminado y nadie quería levantarse de su
asiento.
Salimos a la calle. Hacía calor. En
el coche aún tenía el periódico que había comprado la semana pasada. La portado
era clara: La UE llega a un importante acuerdo en su lucha contra la crisis.
Arranqué. Puse la radio. Después de una despreciable musiquilla discotequera
las noticias empezaron con una frase rotunda: el acuerdo de la semana pasada en
la UE fue importante pero según fuentes comunitarias aún quedan importante
matices por resolver. Frené de golpe. ¿Cuántos años llevamos con la crisis?, te
pregunté. Cinco, contestaste expectante. Ah, está bien.
Daniel Franco
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