Eurovegas: Ocio, Adam Smith y opacidad

27/09/2012

ECONOMÍA

Empresas y mercado laboral






De Eurovegas no he leído más que las páginas que han  caído sobre mis manos (o en las que mis dedos se han dignado a hacer click). Muchas cuestiones nacen de la posibilidad de acoger este gran proyecto de ocio en España.

Ocio es una palabra bastante amplia. Las horas que no trabajamos las dedicamos a explotar esta realidad. Desde una perspectiva personal podemos distinguir dos tipos de ocio. En primer lugar, encontramos el ocio pernicioso. Echar dinero en una máquina tragaperras influye negativamente en el bolsillo del individuo en cuestión. En segundo lugar, está el ocio que, a priori, no tiene consecuencias negativas sobre la personas a no ser que se exceda en su uso. Leer, pasear, ver cine, no son acciones malas en sí mismas siempre y cuando no se ignoren las obligaciones diarias.

El mundo de casinos de Eurovegas y todo lo que lleva detrás (prostitución, mafias, juego y drogas) entraría dentro del primer tipo de ocio. Dedicar el tiempo libre a drogarse no debe ser muy sano. Las consecuencias individuales son radicales. Ahora bien, y desde un punto de vista inverso, todos tenemos derecho a elegir en qué gastar nuestro tiempo libre, ¿no? Una afirmación, terminada en forma de pregunta, bastante habitual. La respuesta es dudosa. Si y no. ¿Influyen determinados tipos de ocio individual sobre el resto de la sociedad? Aquí encontramos la clave. Las acciones negativas personales solo son perniciosas para el individuo si la realización de los hechos se reduce a un número limitado de miembros. ¿Qué pasa si se extiende el este tipo de comportamiento en un área, una ciudad, una CCAA, un país? Pues que las consecuencias ya no solo afectan al individuo, ni al grupo de individuos inicial, sino, que afecta al conjunto de la sociedad.

La segunda cuestión en la que quiero centrarme es en lo que me dice la pantalla de la televisión. He visto aparecer, como si de copias exactas se tratasen, un montón de políticos que se llenan la boca con la palabra libertad. Muchos de ellos, tienen como padre de su pensamiento al economista (por destacar su ámbito de conocimiento más conocido) Adam Smith. Se está hablando de cambiar leyes, de convertir el terreno de Eurovegas en una especie de país extranjero dentro de España. Un territorio fuera de la ley. Si añadimos, a la frase anterior, que Smith abogaba por un Estado que se preocupase por cuatro cuestiones: defensa de la propiedad privada, seguridad, justicia y realización de obras públicas que no interesan a los intereses privados. ¿Es una forma de fomentar la seguridad la creación de un territorio al margen de la legalidad del Estado? ¿Fomenta la seguridad de los ciudadanos la prostitución (y cuando hablo de ellas me refiero a las mafias que hay detrás), la drogadicción y la ludopatía? ¿Es justo que leyes que se aplican en el Estado no se apliquen en Eurovegas (ley antitabaco, sindicatos…)? ¿Es justo para el resto de establecimientos este clima de desigualdad empresarial?
Estas personas que tanto se llenan la boca se olvidan de lo que quieren, se olvidan de determinadas cuestiones importantes y que deben recordar.

“El segundo deber del soberano, el de proteger en cuanto le sea posible a cada miembro de la sociedad contra la injusticia y opresión de cualquier otro miembro de la misma, o el deber de establecer una administración exacta de justicia”

Adam Smith

Llego al tercer punto. Debería borrar todo lo anterior. ¿Por qué? Pues porque no conocemos absolutamente nada de un proyecto que está casi cerrado. He hablado sobre hipótesis y sobre lo que he leído sobre Las vegas y Macao. Los políticos han dejado caer desde el árbol algunas hojas que a continuación se han apresurado a recoger. Tenemos una pared delante. Unos días la pintan de amarillo, otros de morado. Los ciudadanos deberemos conocer las condiciones excepcionales que el proyecto lleva detrás y, como no, debemos poder posicionarnos con los datos sobre la mesa.

Si al final se llevará a cabo, o no, lo sabremos en los próximos meses. Algún día sabremos lo que hay detrás, aunque, ese día… debiera ser hoy. 

Daniel Franco





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